Masones argentinos by Mariano Hamilton

autor:Mariano Hamilton [Hamilton, Mariano]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Masonería, mansones, masones argentinos, poder, Política, Mariano Hamilton, Política argentina, argentina, presidentes argentinos, masón, pasado, presente, Futuro, planeta, Planeta de Libros, editorial planeta
editor: Grupo Planeta - Argentina
publicado: 2018-01-26T03:19:17+00:00

Era 20 de abril de 1842. Hacía ocho días que Alejandro, su gran amigo, había muerto de un derrame cerebral en la ruta que lo llevaba a Guijón para inaugurar un peaje que uniría al puerto con las dos minas de carbón que recién había adquirido.

Desde que se había enterado de la muerte, hacía dos días, no había tenido tiempo de lamentarse. Había acompañado a la viuda de Alejandro y a los tres hijos legítimos. También se había ocupado de los preparativos para el velatorio y el entierro. Habían despedido a Aguado en el palacio de la familia, transportado hasta la Iglesia de Notre Dame de Lorette y sepultado en el cementerio del Père Lachaise. San Martín no se había despegado de María del Carmen, más allá de que la ceremonia le parecía fastuosa, innecesaria y frívola. Más de 60 coches colmados de banqueros, políticos, escritores, compositores, artistas y empleados y por supuesto la plana mayor de la masonería conformaban el cortejo, que era coronado por una veintena de carrozas cargadas de ramos de flores.

Tras la lectura del testamento, una semana después, San Martín quedó confirmado como el administrador de los bienes y tutor de los hijos de Aguado hasta la mayoría de edad. A él, en lo personal, Alejandro le había legado todas sus joyas y 30.000 francos.

San Martín tomó con responsabilidad el encargo y junto a otros dos hermanos masones, el arquitecto Pelchet y el banquero Couvert, administró los bienes de los hijos durante los siguientes tres años. Negoció con banqueros, vendió las minas de Asturias, remató la colección de arte del banquero y más de 7.000 libros y garantizó las herencias de los tres hijos legítimos de Alejandro (Alexandre, Olympe y Onésipe) y también la de la amante, la bailarina Alexandrina Fijan, con quien Aguado tenía un hijo llamado Luis Alfredo.

En 1845, cuando los niños ya no eran tan niños, dio por concluido su trabajo al entregarles a los herederos más de 60 millones de francos.

Tres años después se retiró a Boulogne Sur Mer para escapar de la revolución que derrocó al rey Luis Felipe. San Martín era amigo de muchos de los dirigentes republicanos que se levantaron contra el rey pero decidió marcharse igual porque no le agradaban las revueltas populares. El recuerdo del general Francisco Solano lo había marcado para siempre.

Pasaron sólo dos años en el nuevo retiro elegido. El 17 de agosto de 1850, a los 72 años, San Martín murió en paz.

Como escribió Bartolomé Mitre, San Martín siempre fue quien debió ser. Y cuando ya no pudo serlo, se convirtió en otro hombre que eligió no ser nada.

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